La Demostración

La demostración es una operación mental por la que, a partir de verdades evidentes (o anteriormente demostradas) hacemos evidente una verdad que hasta entonces no lo era.

Demostrar no es lo mismo que mostrar.

Pensemos en un triángulo equilátero. Si miramos sus ángulos, veremos que son iguales. La igualdad de esos ángulos es un hecho directamente percibido por nosotros: nos lo están mostrando nuestros ojos. Sirviéndonos de algún instrumento de medida, podemos “comprobar” dicha igualdad, es decir observar con más exactitud lo que a simple vista ya percibimos.

Si nos fijamos en otro triángulo equilátero, también volveremos a encontrarnos con que todos sus ángulos son iguales entre sí.

¿Podemos decir entonces que todo triángulo que tenga sus tres lados iguales, tiene también iguales sus tres ángulos?. Ciñéndonos a lo que en realidad hemos logrado ver, lo único que podemos afirmar es que, en todos los casos observados, la igualdad lateral y la angular han comparecido juntamente. Si son muchos los casos que hemos observado, pensaremos que sería “mucha casualidad” que en todos ellos sin ninguna excepción, se haya dado la coincidencia. Y sin embargo esta sospecha, aunque tiene cierto fundamento, no pasa de ser una sospecha. Lo único que la podría confirmar, transformándola en una certidumbre, es la demostración de que la igualdad de los lados de un triángulo hace necesariamente que éste tenga también iguales sus tres ángulos.

Para efectuar esta demostración, tal como realmente la hacen los geómetras, no hay ninguna necesidad de emprender la aventura, enteramente imposible, de examinar todos los casos posibles. Basta considerar un solo caso. Ningún otro que se le sume añade nada a la fuerza de la demostración.

En resumen: cuando se trata de hechos, la mostración es la prueba que se refiere únicamente a su existencia, mientras que la demostración es, en cambio, la prueba que se refiere a su necesidad.

Con todo lo anterior, podemos reformular nuestra definición del siguiente modo: Demostración es la manera de probar las necesidades mediatamente evidentes.

La reducción al absurdo

Nos interesa ahora considerar uno de los posibles modos de demostrar: la reducción al absurdo.

Es un método indirecto que consiste en suponer, como hipótesis de trabajo, lo contrario de lo que se quiere demostrar. Desde este punto de partida y mediante silogismos u otros razonamientos, puede llegar un momento en que obtengamos una conclusión totalmente absurda.

Si los razonamientos empleados son correctos, el hecho de que la conclusión sea absurda implica necesariamente que el punto de partida era erróneo. Pero recordemos que el punto de partida era lo contrario de lo que queríamos demostrar. Por otro lado, es evidente que si una frase o idea es falsa, su contraria tiene que ser verdadera, que es lo que queríamos probar.