Pues bien, te contaré cuáles son las únicas vías de investigación que es posible pensar: la una, que es y que no es no-ser, es una ruta fiable porque acompaña a la verdad; la otra, que no es y que es necesariamente no-ser, te aseguro que es un sendero del todo impracticable, pues no puedes conocer lo que no es, ni lo puedes pensar. Porque aquello que se concibe también es.

Sólo queda un discurso posible: el ser es. Y todo nos muestra que ha sido inengendrado y que es imperecedero, porque es único, inamovible y sin fin. Nunca fue ni será, puesto que ahora es, a la vez, completo, uno, continuo. Si no, ¿qué origen le atribuirías? ¿Cómo, de dónde habría surgido? No permitiré que digas o pienses nada de lo que no es, porque no es expresable ni pensable que no sea. Pues ¿qué necesidad le habría impulsado antes o después si procediera de la nada? Por tanto es necesario que sea absolutamente o que no sea. Nunca la fuerza de la creencia permitirá que -junto a lo que es- pueda haber algo que llegue a ser a partir de lo que no es.

Parménides de Elea. Fragementos 2, 3, 6, 7 y 8.