¿Repasamos un poquillo?

RESUMEN DEL TEMA 6

1.- ¿Qué es antes: la fe o el programa moral?

El cristianismo es ante todo una revelación de Dios que nos muestra cómo es y cómo hemos de tratarlo. La moral deriva precisamente de eso: de cómo quiere Dios que hagamos las cosas, y este “modo” no es arbitrario, sino que corresponde a la naturaleza (modo de ser) del hombre. Por eso, en el cristianismo, la revelación sobre Dios y la fe preceden a cualquier mensaje de tipo moral.

 

2.- ¿Dónde tiene su origen y dónde se explicita el “programa moral” del cristiano?

El programa moral cristiano tiene su origen en la revelación de Dios. El primer esbozo corresponde a los Diez Mandamientos revelados en el monte Sinaí (Ex 20, 1-17), y su culminación es el mensaje de las Bienaventuranzas, enseñadas por Jesucristo (Mt 5, 1-12).

 

3.- ¿Con qué actitudes o comportamientos se puede concretar la imitación de Cristo –núcleo de la vida moral cristiana- para buscar la identificación con Él?

Como lo específico del hombre es la vida interior (el pensamiento, la voluntad, la libertad y la vida afectiva), el cristiano ha de imitar, no tanto la “vida externa” de Jesucristo (directamente su modo de vestir, etc.), sino su modo de pensar, querer y sentir. Y esto hasta llegar a identificarnos con Cristo, a ser otros cristos o, mejor aún “el mismo” Cristo: “No soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí”, dice San Pablo (Gal 2, 20).

 

4.- Señala algunas características específicas que definen la moral cristiana.

Afecta a la raíz de nuestras acciones; empieza y culmina en la caridad; es exigente: no se conforma con “lo justo” (en el sentido de mediocre) sino que pretende la santidad; propugna la paz y condena la violencia; es para el presente, pero mira a la vida eterna; premia el bien y rechaza el mal.

 

5.- ¿Cómo hay que entender que la moral exija no sólo “lo justo” sino la “santidad”?

Las palabras de Cristo son claras: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt 5, 48). Y en palabras de San Pablo: “Esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación” (I Tes 4, 3).

 

6.- Hay preceptos morales que derivan de la naturaleza humana, otros de Jesucristo y unos terceros de la Iglesia. Distingue los tres con algún ejemplo

Corresponde a la ley Natural el mandato de respetar a los otros (representado en el quinto mandamiento: “No matarás”. La ley de Cristo lleva a su perfección lo anterior cuando Jesús, en el mandamiento del amor incluye a todos: también a los enemigos. La Iglesia nos enseña cómo aplicar la ley moral en cada circunstancia histórica y personal. Son Preceptos de la Iglesia, por ejemplo, la asistencia a la misa dominical.

 

7.- ¿Qué es la conciencia moral? ¿Puede crear normas morales?

La conciencia es el juicio práctico que se forma la persona sobre la bondad o malicia de sus actos. La conciencia no crea la norma moral sino que aplica la norma moral que conoce a los actos concretos.

 

8.- Distingue “libertad de las conciencias” de “libertad de conciencia”.

La expresión “libertad de conciencia” indicaría que la conciencia es autónoma, es decir, que se dicta sus propias normas (lo cual, como hemos visto es erróneo). La expresión “libertad de las conciencias” hace referencia a que ni la Revelación ni el Magisterio “fuerzan” a las conciencias sino que se limitan a “formarlas” para que cada persona actúe libremente de acuerdo con su conciencia, estando esta en la verdad.

 

9.- Elementos para el juicio moral de un acto.

Para evaluar la moralidad de un acto humano, hay que tener en cuenta tres cosas: el objeto, el fin y las circunstancias. Las circunstancias no alteran la bondad o maldad de un acto, sólo la aumentan o disminuyen.

 

10.- ¿Qué son las virtudes morales?

Son disposiciones firmes y habituales para hacer el bien. Las virtudes humanas se adquieren por repetición de actos, y arraigan en las virtudes teologales.

 

11.- Concepto de pecado y sus efectos.

Pecado es todo pensamiento, deseo, palabra acto u omisión contrario a la ley de Dios. El pecado daña al que lo comete, a la Iglesia y a todos los hombres. Por el pecado grave se pierde la gracia y se elige la eterna condena de una vida sin Dios. Pero la reconciliación siempre es posible y se realiza en el sacramento de la Penitencia o Confesión sacramental.