Afrontar las asignaturas de Humanidades

Lo que sigue a continuación es un texto (un poco largo) sobre el modo de estudiar las asignaturas humanísticas (y especialmente la Filosofía) con garantías de éxito. De hecho, lo importante es meterse en los temas y olvidarse de que está uno cursando una asignatura (ya habrá alguien que nos lo recuerde con demasiada frecuencia). Es lo que se llama automotivación.

A. Estudio y Exámenes

1.- Estudio.

Conocer el tema de antemano

Atender en clase

Estudio personal

Final del estudio

2.- Exámenes

3.- Expresión.

4. Conclusión.

B.- Cómo escribir un ensayo de Filosofía

C.- Ejemplo de ensayo

 

Espero que todo esto te sea útil.

A. Estudio y Exámenes

1.- Estudio.

Las asignaturas humanísticas no se reducen a un con­junto de temas y datos que deben conservarse en la memoria para reproducirlos después en un examen. Ese “algo más” es lo que les da sentido y atractivo. Si en las materias llama­das “de ciencias” todos sabemos que no basta con el estudio de la teoría y que la práctica es esencial, lo mismo ocurre en “letras”: la memoria es un primer paso, importante desde luego, pero insuficiente si no va acompañado de la compren­sión de los contenidos. Lo que se pide a un alumno en el nivel de Bachillerato es precisamente esta comprensión.

El estudio meramente memorístico se delata en los si­guientes rasgos:

·         En primer lugar, los que estudian leyendo directamente los apuntes, intentan reproducir más o menos literalmente lo que estudiaron. En la medida en que falla la comprensión aparecen incoherencias semánticas; la redacción se reduce a una sucesión de frases inconexas separadas por interminables puntos y seguido; se escriben palabras que suenan más o me­nos igual que las originales pero de sentido absolutamente diverso; modos de decir que ocasionalmente salieron en clase, pero que no vienen a cuento en lo que se está di­ciendo; y, sobre todo, razonamientos que se intenta repro­ducir por el sonido de las palabras, no por que se entien­dan... y normalmente acaban por no tener sentido.

·         En segundo lugar, aquellos que hicieron un esquema, de­latan el estudio meramente memorístico en la incapacidad por desarrollar dicho esquema; ya sea porque los añadidos tienden a ser redundantes e incoherentes, o porque faltan absoluta­mente.

·         También en la desproporción que ocupa en las respuestas algún comentario de clase que, aun siendo importante, debe­ría haber sido asimilado, y por tanto integrado correcta­mente en la comprensión del tema en conjunto.

·         Por último, en las preguntas de comprensión el alumno se siente incapaz de responder y huye hacia el comentario de aspectos marginales o temas que no se preguntan, con el fin de llenar un espacio más o menos presentable.

El estudio de última hora -aunque sea de muchas últimas horas- difícilmente puede evitar la caída en estas limita­ciones que se señalan. Para poder alcanzar un nivel aceptable (siempre por encima del aprobado), es necesario el estudio habitual y bien hecho.

Hemos de tener en cuenta que un estudiante de Bachillerato. tiene que enfrentarse a bastantes asignaturas, y que por tanto no puede exigírsele una dedicación excesiva en alguna de ellas, porque iría en detrimento de las demás. Pero exigir un trabajo habitual no significa caer en esa desproporción.

Las condiciones de un estudio bien hecho pueden, sin ánimo de ser exhaustivos, resumirse en las siguientes:

Conocer el tema de antemano: es bueno informarse sobre el tema que se va a explicar en clase (bien a través del libro de texto, si lo hay, o mediante enciclopedias, etc). Hay que hacerlo antes de que se comience a desarrollar, o bien en los primeros días de explicación. El fin de esta lectura es tener una visión de conjunto y captar los aspectos y partes esenciales. Es bueno hacerlo independientemente de que se trabaje a través de apuntes. Algunos repasáis en casa lo que se ha visto ese día en clase: es mejor comenzar con esta lectura reflexiva que se recomienda, el estudio vendrá después.

Atender en clase: Esta atención apunta a la com­prensión de los aspectos esenciales del tema o problema que se está estudiando. A veces será una matización sobre lo que se puede leer en los libros, o una interpretación diferente: de­berá tomarse nota de ella para introducirla en la prepara­ción personal del tema; otras veces, será hacer énfasis en un punto que puede dar luz sobre la comprensión de todo el tema: el estudio posterior deberá orientarse desde la pers­pectiva que se ha explicado. En las clases de filosofía con­sistirá muchas veces en el seguimiento de un razonamiento: es el momento de procurar comprender el problema planteado y el modo en que un autor lo soluciona, cada alumno tomará las notas que crea convenientes para que pueda orientarse en su estudio personal. Es bueno dejar cierto margen en los apun­tes, de modo que puedan añadirse comentarios o matizaciones. Las clases son una parte fundamentalísima del estudio del alumno: es el momento de conseguir la comprensión que se pide, y de tomar las notas necesarias para que esa comprensión sea duradera. Una hora de vida vegetativa en clase no se arregla con una hora de estudio.

Estudio personal: los ratos de estudio en casa serán de repaso de lo visto en clase. Este repaso contiene diversos aspectos. Por un lado habrá que ir memorizando los apartados que se han ido explicando, es muy eficaz hacerse esquemas de los elementos que componen cada apartado. Por otro, habrá que pensar sobre la intervención en la comprensión de los temas de los comentarios que se hayan hecho, para situarlos en su perspectiva ordenada. Es parte importante del estudio la lectura y análisis de los textos de apoyo que se van dando -o de los que pueden encontrarse en el libro- para ir viendo cómo se reflejan en ellos los contenidos teóricos que se aprenden en clase (ya conoces la importancia de los comen­tarios de texto en este curso y en la Selectividad).

Final del estudio: Se termina el estudio de un tema re­alizando un esquema personal ordenado y coherente. Este es­quema, que si es fruto de un estudio rico se recordará fá­cilmente, debe ser de tal modo que de cada uno de sus guio­nes o apartados seamos capaces de construir un párrafo bien redactado. Es bueno situar al margen de cada apartado algu­nos datos o ejemplos que nos pueden servir para enriquecer ese párrafo: el nombre de alguna obra importante, el nombre de un crítico o autor de peso, una fecha, un ejemplo que ilustra la explicación de un problema filosófico, etc.

Un elenco de esquemas bien trabajados y ordenados es de un valor incalculable cara al examen final y al repaso para la Selectividad.

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2.- Exámenes.

La manifestación infalible de que se sabe algo es que se sabe explicar: Redactar bien es pensar bien.

En los exámenes, por tanto, en primer lugar hay que en­tender bien ese “algo” que deberemos exponer: leer bien las preguntas y pensar qué es lo que nos piden; ver si se trata del desarrollo de un aspecto histórico, de la explicación de una parte amplia del pensamiento de un autor, de una pre­gunta de análisis en profundidad, etc.

En segundo lugar es necesario ordenar mentalmente, o en papel aparte, lo que uno quiere decir sobre el asunto a tra­tar antes de ponerse a hacerlo. Se evitan así los olvidos; los añadidos de última hora: “También cabría decir que...”; las repeticiones: “Como ya he dicho antes...”.

Los exámenes deben escribirse en PROSA RAZONADA Y EXPO­SITIVA, es decir, deben constar de párrafos separados por puntos y aparte. En cada párrafo se desarrolla una idea o un grupo coherente de ellas. Los apartados o guiones de un esquema que ha servido para estudiar deben convertirse en un párrafo ordenado al hacer el examen.

En caso de que haya que desarrollar un tema largo -co­rresponda o no a los esquemas que hemos utilizado para el estudio-, debe redactarse de modo que tenga unidad, y en con­secuencia orden y coherencia en las diversas partes que lo componen. Todo tema ha de tener: introducción breve, desa­rrollo de sus contenidos y conclusión también escueta. Si corresponde a una parte clara de los apuntes o del libro se lo dotará de una introducción que lo sitúe y de una conclu­sión que lo cierre. Si no se identifica con un esquema que tengamos en la memoria, se prepara en hoja aparte un guión de la estructura que queremos dar a nuestra redacción y luego se escribe de la manera que antes se ha explicado.

En el examen debe escribirse todo lo que el alumno quiera dar a entender al profesor, que es una parte escogida de lo que sabe. El profesor no supone, ni intuye, ni lee en­tre líneas, ni completa por su cuenta; lee el examen y ve exclusivamente lo que hay. Como no es lo mismo poner en un problema de matemáticas un igual que un más o un menos, o un signo de integral; tampoco es lo mismo escribir: “en conse­cuencia”, “por ejemplo”, “ya que”, “digamos que...”, “cabe añadir”, “resumiendo...”, en cada caso hay que poner los nexos que sean adecuados al sentido de lo que se quiere decir.

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3.- Expresión.

Independientemente del estudio, existe el problema de la dificultad por expresarse bien sin el apoyo de la memoria o de un texto escrito, y esto puede llevar a algunos a procu­rar reproducir los apuntes o esquemas. Esta dificultad causa también la zozobra y el naufragio cuando el profesor pre­gunta de modo que sea imposible ese apoyo sustancial en la “memoria textual”. Ni los comentarios de texto ni las preguntas de la Selectividad responderán nece­sariamente a “apartados concretos” del libro o de los apun­tes... ya se ve la necesidad de soltarse de esa dependencia férrea del texto.

Algunos de vosotros os daréis cuenta de que esta difi­cultad de expresión bloquea la efectividad del estu­dio: “...esperaba mucho más de este examen”. Comprended que los correctores de laSelectividad no serán maternales y que por tanto también aquí es necesario ser exigentes. La lectura del libro y de los apuntes -aunque el lenguaje ha­blado del profesor cuando no lee seguramente no responde a las exigencias de la lengua escrita-, junto con otras lectu­ras, deben servir para adquirir vocabulario y modos de decir apropiados al nivel que se os exige.

4. Conclusión.

Trabajar de esta manera no significa una dedicación ex­cesiva a estas asignaturas, es más, cuando se coge la idea... y cuando se pone en práctica de manera habitual, el estudio se hace más fácil y, sobre todo, mucho más fructí­fero: tanto por lo que se aprovecha como por las notas. Por el contrario, no puedo garantizar el éxito de quien decida sólo “empollar”, y mucho menos el de quien decida hacerlo sólo al final.

B.- Cómo escribir un ensayo de Filosofía

El tener que escribir un trabajo para una clase de filosofía suele percibirse como un problema. No basta con presentar un conjunto de hechos, ni se considera aceptable la mera presentación de una opinión personal. Pues bien, ¿qué es lo que se espera de un alumno entonces? Este ensayo intenta darte una idea de qué es lo que se espera de ti y ayudarte a conseguirlo.

En primer lugar un trabajo de filosofía no es un simple informe de opiniones, ni tuyas ni de los autores que has leído, sino un cuestionamiento esmerado y fundamentado por tu parte. Cuestionar significa, en este contexto, repensar en tu mente los temas que has estudiado. Este cuestionamiento implica examinar y reexaminar lo que has aprendido sobre un tema: lo que sigue son preguntas específicas que bien puedes encontrarte formulando mientras preparas un ensayo:

1.- ¿Cuál es, exactamente, el problema filosófico que estoy afrontando? (si no tienes claro el problema, es imposible que puedas vislumbrar y adoptar posiciones sólidas al respecto).

2.- ¿Se han desarrollado suficientemente las soluciones presentadas para que puedas ver qué involucran (mientras la solución de un problema se encuentre insuficientemente desarrollada, es difícil que se pueda adoptar como solución de alguna cosa).

3.- ¿Qué bases (argumentos, hechos, etc.) ofrece cada posición como apoyo, y cuán buenas son estas bases?.

4.- ¿Cuál es tú posición y por qué? ¿Cómo defenderías tu posición frente a posibles ataques?

Al contestarte preguntas como estas u otras similares, desarrollarás una comprensión personal del problema que afrontas, aun cuando tu posición combine o incluso repita las posiciones de otros. No se espera necesariamente que logres "mejorar" las posiciones adoptadas por pensadores anteriores en tus trabajos de filosofía. Lo que sí se espera es que tengas una comprensión de los problemas, y que seas capaz de defender las posiciones que adoptes.

La necesidad de defender, o justificar, lo que dices, cobra especial importancia en un trabajo de filosofía. A la persona que leerá tu trabajo le interesa tanto, o más, el saber por qué sustentas una posición que saber qué posición has adoptado. Por tanto, desarrollar y presentar una posición en la forma más clara y completa posible es sólo parte de la tarea que afrontas. También has de justificar tu posición. Decir que opinas que algo es cierto, no me dice nada de interés filosófico, hasta que sepa por qué lo crees. Y tampoco son igualmente válidas todas las razones que se pueden esgrimir para apoyar algo. Como consecuencia de ello, deberás escoger razones que presten el máximo apoyo posible a tu posición. Esto es más difícil de hacer de lo que a veces parece. Por ejemplo, el darme varios ejemplos que ilustran la idea que estás exponiendo no me dice por qué la idea es buena. Así mismo, que me asegures que un experto está de acuerdo contigo vale poco, mientras no me digas por qué está de acuerdo. Esto no significa que no puedas usar razones ideadas por otras personas. Significa que debes desarrollar esas ideas tan clara y completamente como haga falta para sustentar tu posición.

Hay otro aspecto en el que debes ir con cuidado al dar razones para sustentar tu posición. Con frecuencia el desarrollo de tus ideas traerá consigo intentos de señalar por qué son inadecuadas las posiciones opuestas. Como estás en desacuerdo con ellas, es probable que no les tengas gran simpatía, y deberás ir con mucho cuidado para no atacarlas de forma injusta. Para criticar en forma efectiva una posición opuesta a la tuya, comenzarás por presentar esa posición de forma clara, completa y justa (siempre es fácil destruir a un adversario distorsionando su posición). Debes presentar las razones que se esgrimen para apoyar la posición que estás atacando. Podría parecerte que esto te obliga a hacerle el trabajo a tu oponente, pero sólo podrás demostrar lo inadecuado de una posición cuando la entiendas plenamente. Un último punto sobre el intento de derrotar posiciones contrarias. Recuerda que el hecho de haber demostrado que la posición opuesta es inadecuada no demuestra automáticamente que la tuya sea adecuada. Es perfectamente posible que las dos soluciones sean erróneas. Así que es imprescindible que muestres por qué piensas que tu posición es correcta.

Pero podrías objetar que todavía no hemos visto cómo proceder para escribir uno de esos trabajos. En cierto modo sí que lo hemos hecho, ya que los procesos de razonamiento a los cuales hemos hecho mención deberían ser parte del proceso de escribir el trabajo. La relación entre un problema filosófico y los intentos de resolverlo, los debates acerca de la pertinencia de las diferentes soluciones que se proponen, tu desarrollo y defensa de la posición que quieres sustentar, revelan frecuentemente una serie de conexiones que te pueden ayudar a planificar la presentación de tu trabajo. Incluso cuando te resulten imposibles los esquemas formales detallados, toma apuntes de las ideas que se te ocurran mientras pienses. Después revisa tus apuntes y dales un orden secuencial que tenga sentido. Muchas veces verás, al hacer esto, cuáles son las áreas que necesitan un mayor desarrollo, y verás que el paso de ordenar las ideas a escribirlas es casi imperceptible. Dos sugerencias pueden ayudarte en esto. Una es que son pocas las personas que pueden sentarse a escribir un trabajo acabado en su primer esbozo. No hay nada malo en reescribir un trabajo, como no hay nada malo en  volver a pensar un problema. Cuando hayas comenzado no dudes en introducir cambios. La otra sugerencia es más una advertencia. Muchas personas cuando se ponen a escribir un trabajo sienten que deben emplear un estilo especial y complicado, usando frases complicadas y palabras grandilocuentes. Con frecuencia consiguen ocultar así lo que saben y lo que quieren decir. Asegúrate de que cualquier texto que escribas, sea lo más simple, directo y claro posible. Finalmente, digas lo que digas, y cualquiera que sea la organización que le hayas dado, no olvides que el lector no puede leer mentes y que lo único que puede leer es lo que has escrito. No omitas pasos que has dado en tu razonamiento, porque te parezcan "obvios" o porque te parezca que el lector "ya lo sabe". No dejes espacios en blanco al presentar tus argumentos.

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C.- Ejemplo de ensayo

Este texto fue escrito por un alumno de 1º de Batxillerato. Sintetiza bastante bien lo que llevamos dicho.

¿Existe el infinito real?

El razonamiento que sigue se basa únicamente en la propia existencia y en los primeros principios de la lógica. También acepto como verdadero que, para que algo empiece a existir, debe recibir el ser de alguien. Además, tan sólo consideraré la vertiente espiritual de mi ser.

Alegato.- Puesto que yo no existo desde siempre, debe haber alguien que me haya dado el ser (aunque sea indirectamente), y este alguien es Dios.

Objeción 1.-  Podría ser que mi memoria fallara y realmente yo hubiera existido desde siempre.

Réplica (a esta objeción).- Si así fuera, debería haberme dado el ser a mí mismo. Pero, para que así fuera, debería existir antes, para poder darme el ser. Puesto que es imposible que exista antes de haberme dado el ser, esto es una acción contradictoria. Y para poder realizar una acción contradictoria, debería ser un ser todopoderoso. Pero si  no puedo recordar -ya que parece ser que mi memoria falla- no soy un ser todopoderoso, por tanto no puedo haber existido siempre.

Objeción 2.- Yo he salido de la nada (¡por qué no?).

Réplica (a esta objeción).- La nada es el no ser. El no ser no es, no existe, no tiene ser. "Dar el ser" es hacer partícipe a un ente de la existencia que ya se tiene, y así hacer que exista. Puesto que la nada no es, "no tiene ser", no me lo puede haber dado.

Objeción 3.- Podría haber surgido de la materia.

Réplica (a esta objeción).- En primer lugar deberíamos ver si la materia existe, como la gente cree. Pero aun suponiendo que así fuera, la materia es por definición material y no espiritual. Como ya hemos visto antes, nadie puede dar lo que no tiene. Por consiguiente, la materia no puede hacer que algo espiritual exista, porque le debería "dar la espiritualidad" que ella no "tiene".

Objeción 4.- Podría haber recibido el ser de otro ser espiritual distinto de Dios -mis padres, por ejemplo-, y que, además, fuera una serie infinita de seres espirituales que se van dando el ser.

Réplica (a esta objeción).- Esta serie no puede prolongarse hasta el infinito. Puesto que, si así fuera:

a) un antepasado mío que hubiera vivido hace 10.000 años tendría a su vez infinitos antepasados,

b) yo tendría infinitos antepasados,

c) puesto que mi antepasado de hace 10.000 años y yo tenemos el mismo número de antepasados (que además resultan ser los mismos), o bien somos la misma persona, o bien somos hermanos.

Puesto que la conclusión "c" es absurda, es absurda una serie infinita de "padres". Por consiguiente, existe un "primer padre", que, como mínimo, recibe el ser espiritual de Dios.

Conclusión.

Con todo esto, acabamos de demostrar que existe realmente un Ser Infinito.

Que la infinitud sea atributo de Dios es algo tan importante que Descartes fundamenta en ello su demostración de la existencia de Dios.

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