El llamado problema del cambio (aparte
de lo que ocurre cuando vas a comprar pipas con un billete de 50) se refiere a
la posible contradicción entre lo que nos "dicen" los sentidos y lo
que "dice" la mente al hablar de la realidad. Mediante los sentidos
captamos puros cambios y procesos, pero no "vemos" ni "oimos" el ser de las cosas. Sin embargo, en nuestra
mente tenemos conceptos estables (universales y abstractos) que nos sirven para
clasificar las cosas. Es decir: sabemos que las cosas son y sabemos qué son.
Se trata del primer problema que
afrontaron los filósofos presocráticos. Como se trata de un "desacuerdo" entre dos (mente y
sentidos), las posibles soluciones fueron de tipo radical (la mente es fiable y
los sentidos no, y viceversa) o conciliadoras. Las soluciones conciliadoras
implican pensar que la realidad (cada cosa) es compuesta. Compuesta de algo
variable, que es lo que captarían los sentidos, y de algo fijo (el arjé) que sería el auténtico ser de la cosa y que
captaríamos con la mente.
Anaxímenes se inclinó por una solución de este tipo. Para
él el arjé (aquello de lo que todas las cosas están
hechas) es el aire. Le parecía que el aire (que él conceptuaba como algo
infinito e indeterminado) reunía las ventajas del "apeiron"
de Anaximandro sin los inconvenientes del agua (porstulada como arjé por Tales).
Habían pasado varios siglos desde el
inicio de la filosofía. Las soluciones al problema del cambio (y a los demás
problemas que fueron planteándose los filósofos) se habían multiplicado hasta
el punto de llegar al caos. Muchas opiniones (incluso contrarias) parecían
razonables y sin embargo ninguna de ellas se imponía. En este contexto, es
lógico que surgieran los sofistas, que se caracterizaban por un escepticismo
radical. De este mismo tiempo es también Sócrates (a quien por cierto muchos
contemporáneos confundían con un sofista, por el método que usaba para filosofar).
Sócrates pensaba que el aparente caos de la filosofía se solucionaría
investigando primero la naturaleza humana: qué puedo conocer, qué debo hacer,
qué me cabe esperar. De este modo, conociéndome a mí mismo, podré afrontar el
estudio.
Todas las características del ser parmenídeo se demuestran por reducción al absurdo y
partiendo del primer principio.
“for exampel” cuando Parménides (Parmi, para los amigos, entre los que NO me encuentro)
quiere demostrar que, contra lo que dicen los sentidos, sólo hay un ser,
empieza por suponer que hay más de uno (o sea, lo contrario).
A continuaçao
recuerda que para que se pueda decir que hay varios (por ejemplo dos) de algo, entre
uno y otro tiene que haber discontinuidad (por ejemplo, si podemos decir que
hay dos libros, es porque entre ellos tiene que haber discontinuidad, o sea: “no-libro”.
Si no hubiera “no-libro” todo sería “libro” por lo que sólo podría haber uno).
En el caso del Ser, la discontinuidad debería
ser distinta al Ser, pero distinto al Ser sólo hay el “No-Ser”, pero el “No-Ser”,
no es, por lo que llegaríamos al absurdo de que algo que no es, hace algo, como
separar. O, dicho de otro modo, estaríamos diciendo que entre “ser” y “ser”
habría “nada” o, “no habría”.
Por otro lado, si nos atenemos a la otra
posibilidad (que “ser” y “ser” estén discontinuados por “ser”) también llegamos
a un absurdo porque, como hemos dicho al principio, la discontinuidad tiene que
ser algo distinto de lo discontinuado.
Pues eso. Y va el chico y se queda tan ancho.
La materia pura es potencia pura, sin
mezcla de acto en sí misma. Decir que la materia existe "suelta" (o
sea, separada de las cosas materiales), sería como decir que "algo que no
tiene ningún acto, tiene acto de ser", y esto es, evidentemente, absurdo.
El problema no es si existen o no cosas
individuales (es evidente que todo lo que existe es individual). Tampoco
resulta extraño que haya seres de diferentes especies (distintas esencias):
parecen distintos porque son distintos (tienen, digámoslo una vez más,
diferentes esencias). El problema radica en cómo es posible que haya varios
individuos de la misma especie.
En efecto, tal como conceptúa
Aristóteles la realidad, en la composición de las cosas materiales entran los
accidentes (modos de ser accidentales) y la sustancia (modo de ser sustancial),
siendo ésta a su vez un compuesto de materia prima y forma sustancial.
Resulta que la materia es común a todos
los seres materiales, por tanto, la materia no puede ser los individúa. La
forma tampoco, porque la forma es la parte de la esencia que hace que una cosa
sea lo que es, y, evidentemente, dos individuos de la misma especie son lo
mismo (ambos son perros, ambos son gatos, etc). Los
accidentes son claramente distintos, pero no pueden ser la causa de la
individuación (aunque la manifiestan) porque los accidentes son en otro (ese
otro es la sustancia), actualizan la sustancia, pero siempre dentro de lo que
son sus potencias; potencias que son iguales en los individuos de la misma
especie.
Total, que parece que no está claro cuál
es el principio de individuación de los entes corpóreos. Se admite que el
principio de individuación es la materia señalada por el accidente cantidad,
pero esto plantea otros problemas que no hemos
desarrollado en clase y que yo no he sabido encontrar en el rincón del vago.
La criatura explica la naturaleza del alma
humana mediante este mito. El alma, para Platón es tripartita. La parte
principal es la razón y las otras dos partes son los apetitos (pasiones): el
apetito irascible y el apetito concupiscible.
Tal como lo cuenta en el mito, el alma
queda comparada a un carro, la razón sería el conductor (auriga) y los apetitos
quedan representados por dos caballos uno blanco y uno negro. Como el alma es
inmaterial y eterna (es decir, semejante a las ideas), Platón pone al carro
circulando feliz por el mundo de las ideas (mientras comenta la jugada con el
Demiurgo). La conducción de un carro así no resulta fácil, porque cada caballo
tiende a su propio bien independientemente del otro, y el auriga debe
moderarlos. Si no lo consigue, el caballo que representa el apetito
concupiscible tiende a desbocarse y arrastra a todo el conjunto a
"materializarse". Es lo que Platón llama "metempsicosis".
Durante la metemsicosis el alma olvida las ideas que
contemplaba el el cielo empíreo, pero podrá
recordarlas (reminiscencia) a través de las imágenes que le proporcionan los
sentidos y con ayuda de la mayéutica.
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1.- El hombre canta y no sabe por qué
2.- Sabe por qué o no quiere saberlo
3.- Si es inteligente, entonces quiere
saberlo
Luego el hombre no es inteligente y
canta ù s Ù p
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Fórmula indeterminada
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6.- ù r MT 2,5
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8- p EC 1
9.- s Ù p IC 7,8
10.-
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