La Vanguardia.               Domingo, 21 de septiembre de 2003

Hermanos gorilas

El anuncio de la enfermedad terminal que padece "Copito de Nieve" el gorila albino del zoo de Barcelona, devuelve a la actualidad la vida de los gorilas, el pariente más cercano del hombre y, a la vez un gran desconocido

Texto Pere Ortín

Cualquier zoológico del mundo exhibe hoy más primates cautivos de los que los europeos tuvieron ocasión de ver durante siglos. A pesar de ello, para la gran mayoría de los ciudadanos occidentales, los grandes simios en general y los gorilas en particular continúan siendo unos perfectos desconocidos no ya en sus características físicas, sino en su ser interno. Hace años que los especialistas no se sorprenden por leer en las más prestigiosas revistas científicas estudios referidos a conceptos como empatía, respeto, castigo, estrés negociación, amor, política o conciliación referidos a los grandes simios como los gorilas. Aunque nos falta mucho por saber sobre estos parientes en la evolución.

La primatología, una disciplina muy joven, M descrito, por ejemplo, cómo los grandes simios pueden utilizar herramientas, pueden resolver problemas complicados contar de manera básica y transmitir información compleja. Conocemos también que son capaces de desarrollar una especie de "creatividad" biológica", que llegan a disfrutar pintando, que, como a los niños humanos, les cuesta respetar los márgenes de un papel con un pincel en su mano.

Las claves humanas

Hemos intuido durante años que perciben el mundo más o menos como nosotros, pero ahora lo empezamos a demostrar, Sabemos que entre los gorilas y otros grandes simios se esconden las claves fundamentales de la conducta humana y que, estudiando sus comportamientos ‑pero no en un zoo como el de Barcelona, sino en las condiciones adecuadas, sin exhibiciones‑ podemos avanzar en el conocimiento de nosotros mismos. Sabemos que tienen extraordinarias capacidades cognitivas y que compartimos con ellos una importante parte de nuestra psicología social y de comportamiento, pero aún no hemos aprendido lo que quizá sea lo más importante: a respetarlos.

Cuadro de texto: Sabemos que compartimos con ellos parte de nuestra psicología social, pero no hemos aprendido a respetarlos

En una instalación como la de "Copito" en el zoo de Barcelona, el mensaje educativo, si existe, es mínimo, Estos recintos han acabado por utilizar la conservación de estos animales en peligro de extinción como una excusa con la que justificar sus actividades comerciales. No es un caso aislado. Existen unos 25.000 primates cautivos en 600 zoológicos de 40 países europeos. Diversos informes científicos han definido como "crítica" la situación de la mayoría de estos animales y han descrito cómo estas poblaciones de primates presentan altos y peligrosos índices de consanguinidad, tasas de natalidad muy bajas y gran mortalidad infantil.

Éstas son sólo algunas de las cuestiones que nunca nos cuentan los responsables de los zoológicos.

Mientras todos estos debates se obvian hoy durante la despedida al mono blanco, él y sus congéneres siguen con su vida más o menos aburrida, encerrados en espacios que casi nunca cambian demasiado y que se "aprenden" en pocos días, con muy pocos estímulos reales, con la comida asegurada (aunque esté escondida), con algunos juegos, pero sin relaciones muy complejas. Esa es la historia de los gorilas encerrados en un zoo, la penosa vida de unos animales extraordinariamente inteligentes que no nacieron para vivir encerrados, sino en las llanuras o selvas tropicales.

Porque el gorila es el más grande de la familia evolutiva de los simios a la que también pertenecen humanos o chimpancés. Los grandes machos de gorila como "Copito" pueden llegar en estado silvestre a medir cerca de 180 centímetros, como un hombre, y pesar alrededor de 200 kilos, más del doble que el peso medio de un humano debido a su mayor masa muscular y las diferencias físicas.

Estos animales viven en todas las zonas tropicales de la faja central de selvas del continente africano, en muy diversos tipos de bosques, zonas bajas o montañas. Una diversidad de hábitats que se asemeja a la de los primeros hombres, que se adaptaron a los diferentes medios donde les tocó vivir. .

También bajaron del árbol

Cuadro de texto: Diversos informes científicos consideran crítica la situación de la mayoría de los gorilas encerrados en zoológicos.Como los humanos, pasan su vida en el suelo desplazándose en busca de alimentación, aunque también pueden subir a los árboles para protegerse, descansar o construir en las ramas los nidos en los que duermen. Viven en grupos muy jerarquizados, donde se puede observar cómo las hembras son más pequeñas que los machos. Éstos, además, cuando llegan a adultos desarrollan un pelaje grisáceo canoso y plateado en la espalda. El caso de "Copito",  como es sabido, es una extraordinaria excepción, un caso de albinismo del que no se tiene otra noticia en la especie.

Mantienen una dieta vegetariana con abundante consumo de hierbas, tallos, frutos y hojas diversas y a pesar de su tradicional fama de fíeros, son animales muy tranquilos que disfrutan siempre que pueden del delicado placer de una siesta después de las comidas, algo no reservado al hombre, sino compartido por muchas especies.

Su compleja vida en grupo ha suscitado abundantes preguntas aún sin respuesta clara entre los investigadores. Por ejemplo: ¿cómo transmiten los conocimientos de la selva de padres a hijos?, ¿cómo deciden los cambios de ubicación los movimientos y la localización de las zonas alimentarías en unas selvas en las que es extraordinariamente difícil orientarse, incluso con las tecnologías humanas más sofisticadas?

Y de todas las preguntas, la más decisiva: ¿en qué nos parecemos los humanos y los gorilas? Un largo periodo de gestación asociado a un desarrollo en la placenta de madre previo al nacimiento, un largo periodo de inmadurez en el que la cría precisa los cuidados atentos y la ayuda de sus progenitores ‑que "Copito" no pudo tener porque fue capturado a muy temprana edad‑ así como una gran longevidad ‑en la especie de "Copito" de alrededor de unos 35 años‑ han sido fundamentales y compartidos por todos los grandes primates incluidos los humanos.

Pero hay más: un cerebro dividido en dos hemisferios, con formas y funciones diversas y complejas, una gestualidad y expresividad facial muy elaboradas y una gran variedad de capacidades comunicativas asociadas a todos les sentidos (vista oído, fonación tacto y olfato) son compartidas por los gorilas y los humanos.

Supremacía del hombre

Gorilas y humanos somos primos evolutivos pero a  evidente que [lo somos como "Copito" y que algunas adaptaciones anatómicas muy particulares y la compleja capacidad de transmisión de información lingüística y de transformación de nuestro entorno nos han conferido ‑unas ‑ventajas impresionantes que pueden ayudar a explicar la extraordinaria abundancia de primates humanos ‑en la actualidad más de 6.000 millones de hombres y mujeres habitamos el planeta‑, muy poco habitual para una especie del tamaño de la nuestra.

Ellos, a pesar de ser mayores físicamente, son muchos menos. Se calcula que escondidos en las montanas africanas, en plena selva, viven entre 200 y 600 gorilas. En las llanuras del oeste del continente, donde se capturó a "Copito" vivirían en libertad alrededor de unos 100.000 ejemplares; en tanto que en las llanuras del este quedarían en estado salvaje unos 10,000 individuos. Unos cálculos que ponen a la luz una triste realidad: en la actualidad casi uno de cada cuatro gorilas vive encerrado en un zoológico de cualquier ciudad del mundo. Muchos de ellos no han conocido la libertad.


De "Copito" al debate sobre los derechos de los simios

La primera vez que le vi comerse un yogur Con cuchara desde un rincón de los pasillos interiores de su ~ la, la primera que pude observar al público que lo visitaba desde el otro lado, desde el lado del gorila, sentí lástima por él. Hoy, unos años después de aquella mañana, lo veo en la prensa, en la tele, oigo hablar de él en la radio: el gran mono blanco se muere. A mí, hoy como ayer, me da pena.

Los niños siguen viniendo a visitarlo. Lo miran y le sonríen a través de los vidrios. Hay gritos en los momentos fugaces que se acerca a la ventana, pero el gorila sigue, como siempre que lo he visto, como impasible, como distante, como enfadado, como si llevara tres decenios enfadado. "Copito" no tiene muy buen carácter. Siempre me ha parecido que no quedó campeón del concurso de matemáticas en el campeonato escolar de gorilas de su selva en Guinea Ecuatorial. Su jaula de cristal, un poco más arreglada que hace años, sigue más o menos Igual que siempre: estéril, aburrida. Como él.

Cuadro de texto: Si reconocemos que estos animales tienen vidas y relaciones parecidas a las nuestras, no podemos tratarlos como cosasNingún cartel avisa al visitante: "¡Atención! ¡Cualquier parecido con la vida real es pura coincidencia!" Tampoco hay ningún letrero en la instalación que nos alerte: "Los gorilas 'de verdad' no viven así" o "Esta ficción no está basada en hechos reales". Simplemente alguna exposición, algunas fotos, algún mapa de África cuatro explicaciones básicas y algún nombre en latín. El diseño gráfico ha mejorado, pero "Copito" se exhibe, poco más o menos, corno un "hombre elefante" contemporáneo.

Exhibición de la rareza, exaltación del monstruo albino. Entre bostezo Y bostezo, el gran mono enseña los dientes y los niños aprenden el mensaje erróneo: "Podemos coger a estos animales, encerrarlos en jaulas con más o menos barras, cristal, hierba o árboles y disfrutar mirándolos".

Entre tanto, "Copito" sigue ahí, de espaldas Un oído curioso no descubre entre sus espectadores ninguna valoración real, profunda, de la que es una de las criaturas más extraordinarias de¡ planeta, el gorila. Si reconocernos que estos animales tienen vidas y relaciones muy parecidas a las nuestras, no podemos tratarlos como si fueran cosas. Ellos han evolucionado como nosotros y, aunque seamos los Me listos de la clase no por dio podemos esclavizar a nuestros parientes evolutivos cercanos.

Hay colectivos científicos y filosóficos que reclaman ya con mucha seriedad que los grandes simios como "Copito" tengan "derechos humanos" que están protegidos por la ley, que no puedan ser considerados como mera "propiedad privada" de un zoológico o de una ciudad, que no se los pueda exhibir como una pieza de colección para deleite de unos visitantes. Porque los gorilas deben tener, como nosotros, derecho a una vida digna y, sobre todo, a lo que carecen en un zoo: la libertad.